Aquí Camilo se marca hasta cierto punto una frivolité. Él había grabado otras veces temas en inglés, pero siempre como relleno de otros discos y siempre de forma ocasional dentro de álbumes cantados mayoritariamente en español. Pero aquí hace un disco largo enteramente en el idioma de Shakespeare -bueno, más o menos-.
Cambiamos de lengua, pero no de estilo. Desde el primer tema, nos deja claro que los terrenos que domina son los de la balada con acompañamiento fuerte y coro de chicas subrayando sus afirmaciones. El segundo corte está entre lo más relevante. Su “To deep in love” parece a medida del baile lento de discoteca. Porque también en estos santuarios del ritmo, apetece agarrarse a la pareja mientras el altavoz nos susurra una canción tan dulce como ésta, que me recuerda, como otras del disco, a Bee Gees. Buen uso de los tonos agudos de la voz y buena producción.
Empecé diciendo que era una frivolité, un capricho. Y me reafirmo, pero he de añadir que una brillante frivolité y un ejercicio de dominio vocal fuera de toda duda para cualquier oyente desprejuiciado.
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