María Jiménez, trianera de 1950, veterana de tablaos de Barcelona, Madrid y Sevilla. Las enseñanzas de una vida dura -era madre soltera, algo que entonces estigmatizaba- sumadas a un explosivo temperamento artístico daban como resultante una energía furiosa que sólo esperaba ser canalizada. María materializó un repertorio insólito, cantes festeros realizados a partir de grandes clásicas latinoamericanas, finos temas de cantautor y amorosas piezas hechas a su medida. García-Pelayo puso a su disposición a insignes tocaores como Enrique de Melchor y Paco Cepero más los arreglos de Gualberto García, José Miguel Évora, Eduardo Leiva, Carlos Montero, Jony Galvao o Carlos Cárcamo. Se trataba, recuerda el productor, de discos muy ensayados, clavados en compás, vestidos con mimo.
Pero era la intuición visceral de María lo que elevaba sus discos a la categoría de arte candente. Arte para escenificar los dramas de José Alfredo Jiménez. Arte para incendiar los esbeltos versos de Amancio Prada. Arte para desgranar esa obra maestra del erotismo que es "Háblame en la cama" sin caer en la chabacanería.
CARA A
CARA B
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